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C'est fini - Mundial 2018 Rusia

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El Mundial de Rusia llegaba a su fin con dos protagonistas, Francia y Croacia. Ambos estaban en la final por méritos propios, habiendo dejado atrás a campeonas del mundo como Inglaterra o Argentina. Sería, sin duda, un partido igualado y competido al máximo. El trabajo de Zlatko Dalic, quien anunció su retirada tras el encuentro, ha sido memorable. Trabajar con una selección que parte de un escalón por debajo de las favoritas y hacerla una finalista es algo inaudito. Pero ya no solo por el hecho, sino por el fútbol desplegado. Por otra parte, Didier Deschamps ha conseguido que Francia rinda al nivel esperado haciendo lo que mejor se les da: dominar la mayoría de facetas. Los dos técnicos salían con su mejor once, no dando lugar a experimentos en las formaciones. El 4-1-4-1 de Croacia buscaba frenar a unos galos que aunque eran los mismos que en las rondas previas, estaban posicionados con un 4-4-2. Este cambio se entiende si se estudia al rival, como bien hizo el entrenador francés

Bronce histórico

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Si bien es cierto que a nadie le gusta jugar una final de consolación, para Inglaterra y Bélgica quedar terceras era una hazaña que pocos imaginarían al principio. He ahí que en el partido por el tercer y cuarto puesto se notase qué equipo quería marcharse a su país con una medalla más que merecida. Poco más se les puede pedir a Gareth Southgate y a Roberto Martínez. El inglés ha conseguido aprovechar al máximo a sus jugadores, sacando lo mejor de la mayoría. Mediante el balón parado y el buen uso de los carrileros, Inglaterra ha sido eficaz e inteligente. El español, por su parte, no ha dudado en convencer a los suyos de sus capacidades, haciéndoles ver que 2018 era su año. Por eso, independientemente del podio final, ambas selecciones han dado la cara por defender unos países que, sin duda, estarán bien orgullosos. Los belgas salían con un once parecido al de semifinales. La entrada de Tielemans por Dembelé era el único cambio de Roberto Martínez, quien apostaba fuerte para batir

La reina, vencida

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En la otra semifinal del Mundial 2018, Croacia e Inglaterra se veían las caras en un partido que trajo consigo mucho nivel, tanto táctica como colectivamente. De ellos saldría el rival de Francia, que ya esperaba rival. Pocos se imaginarían que una de estas selecciones llegaría a la gran final. Aunque viendo el cuadro de octavos, lo normal era que ambas murieran lejos, dando lo mejor de sí en cada encuentro. Y esto es lo que han conseguido tanto Gareth Southgate como Zlatko Dalic, quienes han sido los auténticos artífices de conseguir tal hazaña. Pero, a decir verdad, el rendimiento y el esfuerzo colectivo de croatas e ingleses ha sido, sin ninguna duda, para enmarcar. El técnico inglés salía con todo su arsenal para aprovechar una oportunidad de oro. Un 3-1-4-2 con Young y Trippier como carrileros abiertos frente al clásico 4-1-4-1 de Dalic, que apostaba por Brozovic en lugar de Kramaric. La formación croata era, desde mi punto de vista, la mejor posible. Pero lo era siempre y c

Hazard no fue suficiente

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La primera semifinal del Mundial enfrentaba a Bélgica y Francia. Dos selecciones que estaban donde estaban por méritos propios, tanto individual como colectivamente. Dicha igualdad conllevaría, para el disfrute del espectador, un duelo de pizarras, tácticas e ideas. La selección belga jamás había logrado llegar tan lejos en un campeonato del mundo. Por eso, su cuerpo técnico y sus jugadores pueden estar muy orgullosos. Pero más que por conseguir estar entre las cuatro mejores selecciones del mundo, por desactivar ese 'chip' segundón que les impedía avanzar. Y con segundón me refiero a estar un peldaño por debajo de las históricas. De esta manera, el trabajo psicológico y emocional de Roberto Martínez y su equipo han dado sus frutos, y debe ser considerado con la misma trascendencia que el puro fútbol. El entrenador español salía al campo con un 4-2-3-1 sólido. Chadli y Vertonghen como laterales, Dembelé y Witsel como pareja de medios y Fellaini en la mediapunta, supliendo a

Todo pasa por Modric

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Tras vencer a España y Dinamarca respectivamente, Rusia y Croacia ansiaban estar entre las cuatro mejores selecciones del mundo. Para ello debían pasar por 120 minutos y una tanda de penalties, algo que a ninguno de los dos les desagradaba viendo cómo resolvieron sus partidos en octavos de final. El trabajo de Cherchesov no podía pasar desapercibido. Siendo uno de los equipos con peor ránking FIFA, Rusia consiguió llegar hasta cuartos de final. Y lo hizo a su manera, con un juego ordenado y disciplinado, aprovechando muy bien las debilidades rivales y entendiendo qué necesitaba el partido según su contexto. De esta manera, los retoques tácticos que ha ido haciendo el técnico ruso han sido útiles y eficaces, a la par que sorprendentes para la mayoría. Este salía con una línea de cuatro defensas, a diferencia del encuentro frente a España. Un doble pivote con tres media puntas arriba, quienes eran los encargados de ligar a Dzyuba, pieza fija en este once. Zlatko Dalic, por su parte,

Lista y eficaz

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Inglaterra y Suecia se veían las caras en un partido que, a priori, tendría un guion claro por parte de ambas selecciones. Los ingleses buscarían, mediante su juego ofensivo, pasar a semifinales; mientras que los suecas querían seguir disfrutando de una hazaña que, sin duda alguna, iba ligada al mérito conseguido. Tras ver como Beckham, Gerrard, Lampard o Rooney fracasaban vistiendo sus colores, Inglaterra era consciente de lo difícil que estaban las cosas. Esta preocupación se trasladaba a Gareth Southgate, quien buscó desde el primer día una solución muy clara a ojos de todos: aprovechar sus recursos. He ahí que su equipo sea el más eficaz a balón parado a la par que el más temerario en cuanto a recibir ocasiones. Janne Andersson no quería cortar una la gran dinámica de su combinado, que venía motivada después de eliminar a Holanda, Italia, Alemania y Suiza. Por lo tanto, un 4-4-2 con Berg y Toivonen como puntas buscaría plantarle cara a toda una campeona del mundo. Su rival tamp

Bélgica aspira

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Tuvimos que esperar a cuartos de final para ver el mejor partido del Mundial. Un Brasil-Bélgica que daría al espectador todo lo que quisiese. Fútbol, goles, ocasiones, emoción e individualidades, sobre todo esto último. Bélgica es una de esas selecciones que dejan un mal sabor de boca. Y no por el juego que realizan o por las ideas que su entrenador pretende seguir, sino por la sensación de poder llegar más lejos. Tras caer frente a Argentina en 2014 y frente a Gales en la Euro 2016, los flamencos se vieron obligados a cambiar el chip. Desde los altos cargos hasta su técnico, los belgas tuvieron que dar un paso adelante y optar claramente por el título. En Rusia se les presentaría, frente a la todopoderosa Brasil, una oportunidad de oro. Debido a la ausencia de Casemiro, Tité decidía alinear a Fernandinho. Por lo demás, la formación seguía siendo la misma. Un 4-3-3 de contención con Coutinho y Paulinho como interiores. Roberto Martínez, en cambio, tocaba más piezas de lo normal. Es