Uno recoge lo que siembra

Tras una curiosa carambola, España se encontraba en octavos de final como primera de grupo, la cual cosa significaba estar en el cuadro 'fácil', con tan solo una campeona del mundo, Inglaterra. La roja se veía las caras con Rusia, la anfitriona. Una selección que sorprendió a más de uno con un juego ordenado, solidario y atípico de un puesto 70 en el ránking FIFA.

El juego español era el que todos conocíamos. Un once tipo que funcionaba bien debido a la gran compaginación. Sin embargo, en el fútbol, como en el deporte, no todo es táctico, físico o técnico. Lo emocional y lo extradeportivo también afecta. Me refiero, evidentemente, al tema Lopetegui. Y aunque daré mi opinión más tarde, puedo decir que la decisión de Rubiales -independientemente de que fuese acertada o no- trastocó todos los planes. Por eso Hierro, desde mi punto de vista, no dio la talla ni con las alineaciones ni con la actitud. Aun así, nadie puede quitarle mérito por su valentía y su fidelidad.

Pese al antagonismo entre ideas, ambos entrenadores quisieron ejecutar su plan desde principio a fin. He ahí que Cherchesov saliese con cinco defensas, cuatro medios y un solitario punta. Fernando Hierro, por su parte, apostó por el doble pivote Koke-Busquets, con Asensio e Isco como interiores, Silva de enganche y Diego Costa arriba.

Sabemos que a la roja le cuesta frente a selecciones encerradas, atentas en el juego interior y rápidas a la contra. Por eso el juego español fue muy banal, con demasiados pases horizontales y sin abrir el campo. Se pueden encontrar, pues, varias explicaciones. La primera, el centro del campo. Apostar por una pareja Koke-Busquets y dejar a Thiago en el banquillo no suena nada bien. Y es que el del Atlético es un jugador de contención, asociativo pero no con iniciativa -al menos en España-. Un pase entre líneas era el que faltaba, y más teniendo a Silva en su peor momento, a Asensio desaparecido y a un delantero, Diego Costa, que solo fijaba centrales inútilmente.

Pero lo que hacía el brasileño no era mal plan siempre y cuando Silva, Isco o Marco se asociasen, algo que no ocurrió. Y tal vez no pasó debido a la buena defensa rusa, disciplinada y compacta durante todo el partido. El malagueño fue, sin duda, el que más apareció. Pero en mi opinión, su juego no le interesaba a España en ese contexto. Me explico. Al ralentizar la posesión, al rival le da tiempo a colocarse y a defender en zona, la cual cosa imposibilita prácticamente a la roja. Por eso, como he comentado antes, un hombre como Thiago o Iago Aspas hubiese venido bien.

El balón parado y los penalties marcaron un partido que fue aburrido desde el minuto 1 hasta el 120. Pero, pese al poco fútbol que practicaron los anfitriones, Rusia está en cuartos. En la otra cara de la moneda, España. Esa selección que nos enamoró en 2008, 2010 y 2012, que vivió la mejor generación de su historia y que demostró valores con jugadores como Xavi, Casillas, Iniesta o Puyol. Hoy en día, las cosas han cambiado. Cambio de entrenador el día antes del inicio, De Gea duramente criticado, jugadores de segunda línea muy desaprovechados, poca atención en defensa...demasiados problemas para un equipo que aspiraba con todo pero que, lamentablemente, ha recogido lo que sembró en su momento.

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