De nada sirvió el remedio

Inglaterra es, probablemente, la selección que más ha defraudado en competiciones internacionales. No por tener una sola copa del mundo -que no está mal-, sino por su juego y sus propuestas tácticas. Esta vez, con Gareth Southgate en el banquillo, los ingleses han empezado con buen pie, pero no han convencido del todo.

Túnez salía en Volgogrado con un equipo de contención, precisamente para contener el partido y detener las ofensivas inglesas. Y es que estos realizan, con Kane, Sterling y Dele Alli al mando, un juego vertical, con la portería entre ceja y ceja y con dos carrileros que hacen la función de extremos en ataque a más no poder. Dicho esto, lo normal era que la balanza se decantase para Inglaterra, por buscar y buscar meta, aunque con una buena defensa tunezina.

De hecho, así transcurrió la primera parte, con una excelente Inglaterra y con una selección africana que defendía alocadamente y sin demasiada inteligencia, algo que sorprendió a más de uno. Pero, la segunda parte era otra historia, y es que un gol de Tunez cambió todo por completo. Los de Nabil Maaloul dominaban el esférico y defendían con sentido. Pero, lamentablemente para las águilas de Cártago, Rashford y Kane se empeñaron en meter el segundo, hasta que llegó.

Qué bonito es ver un Mundial táctico, igualado y con sorpresas, pero qué difícil es competir hasta el final frente a selecciones que ya son perros viejos en esto. Por desgracia para Túnez, de nada sirvió ese cambio defensivo en la segunda parte. Por desgracia, de nada sirvió el remedio.


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