Muerte al faraón

Egipto y Arabia Saudí se jugaban el honor en su último partido. Ambos, ya descalificados matemáticamente, querían irse con un 'buen' sabor de boca a pesar de los malos resultados.

Juan Antonio Pizzi tuvo valor para dirigir a una selección que, pese a la difícil reputación en el mundo del fútbol, demuestra mejoría en el juego y en las ideas, sobre todo en esto último. Y es que la ejecución de esta ha sido bastante paupérrima, aunque se puede comprender viendo la calidad individual. Sin embargo, frente a los faraones salvaron los muebles ante una selección que ha dejado malas sensaciones.

Muchos pensábamos que los egipcios podían pasar como segundos de grupo, aunque no todos contábamos con dos cosas: el gran nivel de Rusia y el pobre nivel de Egipto. De hecho, podríamos remitirnos a los datos si quisiéramos, pero mejor basarnos en la esencia de este deporte. Pues la realidad de los de Héctor Cúper es un juego con pocos recursos y muy incoherente. Lo comentaba así en uno de mis primeros posts, donde explicaba que para mí, esa pirámide Fathy-Elneny-Salah estaba, cuanto menos, desaprovechada.

Si bien es cierto que recibieron barapalos con el gol de Giménez en el último minuto o con el nivel físico de Salah, nada excusa el juego mostrado. Ergo, podemos decir bien alto que este Mundial ha matado a Egipto pese a la inmortalidad de los faraones.




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