Sin aprovechar la pirámide

Rusia y Egipto se jugaban mucho en la segunda jornada de este Mundial. Los rusos, si ganaban, se clasificaban matemáticamente para octavos; mientras que por su parte, los egipcios, debían puntuar para no estar prácticamente fuera. Pero, pese a la necesidad, los de Héctor Cúper se equivocaron para luego pagarlo.

Mohamed Salah volvía a los terrenos de juego tras un mes lesionado de su hombro izquierdo. Este era la gran esperanza de los africanos, pues sin él se perdía una bala arriba. Elneny era el encargado en el centro del campo de mantener el control, mostrando también su experiencia en la élite. En la defensa, el capitán Ahmed Fathy debía liderar al equipo desde atrás, sobre todo defensivamente.

Sin embargo, nada de esto ocurrió. Egipto no tuvo nada que ver con el partido contra Uruguay, dejando demasiada libertad a Golovin. En el medio las ayudas eran lentas y las contribuciones hacia arriba eran más bien nulas. Solo quedaba Salah, que para colmo recibía pocos balones de los suyos. Increíble pero cierto.

Rusia, por otro lado, era la cara de la moneda. Este es el Mundial de Golovin y Cheryshev, sin duda. Además estuvieron, como de costumbre,  muy acertados arriba, con un Dzyuba que fue el hombre del partido.

Los anfitriones, quienes no partían como favoritos de grupo en las quinielas, ya están en octavos, y sin demasiados problemas. Con el del CSKA en modo estelar, con el del Vila-Real resucitado y con una defensa sorprendente, Rusia ha puesto la directa. Por desgracia, Egipto está con pie y medio fuera. Y es que los egipcios no harán nada sin aprovechar su propia pirámide.




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