Volando como águilas

Serbia y Suiza eran dos de las selecciones que más expectativas creaban -dentro de sus límites- debido al juego realizado hasta el momento. El destino quiso que se enfrentaran en un partido donde la igualdad reinaba y donde aún existían cenizas de la Guerra de los Balcanes.

Petkovic salía con el mismo once que frente a Brasil, mientras que Krstajic decidía dejar fuera a Ljajic a causa de, seguramente, su poca aparición en el partido contra Costa Rica. Entraba, pues, Filip Kostic, quien le daría a su equipo un aire fresco por banda.

Serbia dominaba la primera parte con un Mitrovic estelar. De hecho, la poca influencia de Milincovic-Savic en el juego no importaba a los serbios, ya que la asociación Tadic-Mitrovic era más que suficiente para ganar a una Suiza que, paradójicamente, sufría en defensa. Y es que los si los suizos destacan por algo es por su bloque defensivo, aunque no en este partido.

En la segunda parte todo cambió. Pese a los muchos recursos serbios, Shaquiri y Xhaka se pusieron manos a la obra. Y a pesar del múltiple trabajo que debía realizar el del Stoke City -bajar a recibir e iniciar jugada-, la Schweizer Nati encontró espacios, y supo aprovecharlos.

Y sí, la moneda cayó para el lado de los suizos, pero el resultado fue demasiado cruel para una Serbia que hizo una gran primera parte. Sin embargo, la realidad es que como mostró Xherdan en su celebración, Suiza vuela a octavos como si de águilas se tratase.



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