Con una sonrisa

Panamá y Túnez, dos de las selecciones más débiles del Mundial en un grupo con dos cocos, Inglaterra y Bélgica. Todo parecía difícil desde un principio, y lo fue. Pero aún así, ambos equipos disputaron el último partido como un duelo por el honor, por irse con la cabeza bien alta.

Hernán Darío Gómez seguía con su 4-1-4-1 típico, dando entrada a jugadores como Ovalle, Machado, Avila o Gabriel Torres. Quien sabe si para buscar más profundidad o meramente por rotar, pero los distintos cambios mejoraron al equipo. Nabil Maaloul, por su parte, pasaba de un 4-3-3 a un 4-1-4-1. A pesar de jugar con un medio de contención frente a Bélgica, estos les superaron con facilidad. Sin embargo, este no fue el motivo por el cual el técnico tunecino cambió las tuercas.

Partiendo de la base del nivel, se puede entender que las dos selecciones jugasen más liberadas, menos nerviosas y con un juego no tan defensivo. He ahí la incorporación del rápido jugador Gabriel Torres en Panamá o del técnico interior Naïm Sliti por parte de Túnez. De esta manera, que Panamá se adelantase en el marcador y que los africanos remontasen es, cuanto menos, significativo.

Las águilas de Cártago pusieron contra las cuerdas a Inglaterra, pelearon lo que pudieron frente a Bélgica y vencieron merecidamente a Panamá, seguramente la selección más floja del Mundial. Pero, pese a los cero puntos conseguidos, nada se le puede reprochar al 'bolillo' Gómez, artífice total de una de las mayores hazañas de la historia del fútbol internacional: clasificar a Panamá a un Mundial por primera vez. Por eso, hay que decir que tanto una como otra se van a casa, pero lo hacen, desde luego, con una sonrisa.



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