La tecla definitiva

Uruguay y Francia disputaban en el Estadio de Nizhni Nóvgorod el primer partido de cuartos de final. Ambas selecciones venían lanzadas tras eliminar a Portugal y Argentina respectivamente. Tan solo la ausencia de Edinson Cavani condicionaba un bonito duelo.

El conjunto charrúa venció sus tres partidos en fase de grupos, dejando muy buenas sensaciones frente a Rusia. Y esa compaginación se debió a una pincelada de su técnico, quien pasó de un 4-4-2 a un 4-1-2-1-2. O lo que es lo mismo, pasó de un bloque muy compacto a un bloque más eficaz a la hora de buscar la iniciativa. Y es que Tabárez quería aprovechar sus recursos, dando entrada a jugadores como Torreira, Bentancur o Vecino, centrocampistas capaces de crear. Pero todo reside en saber cuándo buscar portería y cuándo no, adaptando así algunos automatismos.

Tras el sabor agridulce del primer partido, Didier Deschamps decidió cambiar la formación. Un 4-2-3-1 con Giroud encajando alguna que otra pieza. Pogba y Kanté, por su parte, empezarían a controlar los encuentros, aunque cada uno a su manera. Y a partir de ahí, Francia no se vio asediada en ningún momento, dando una sensación de seguridad difícil de encontrar en un Mundial. Así pues, se entiende que el técnico de Bayona no retocase absolutamente nada.

La celeste se vio afectada desde el minuto 1 por la falta de Cavani. El delantero del PSG es el mejor compañero para Suárez, que se las tuvo que ver con una valiente pareja Varane-Umtiti. Al jugar con Stuani, el 'pistolero' no encontró movimientos rápidos, debido también a la poca velocidad del delantero del Girona. Por eso, los once guerreros uruguayos no tuvieron demasiadas opciones ya que vieron como sus alternativas no podían llevarse a cabo.

Francia iba a lo suyo. Conscientes de la solidez defensiva rival, Pogba y Griezmann quisieron conectar constantemente, demostrando la calidad francesa en tres cuartos. Poco podían hacer Torreira y compañía, que quedaban tocados con el gol a balón parado de Varane. Kanté, mientras tanto, ejercía de aspiradora, recogiendo todo lo que quedaba en tierra de nadie. Francia ganaba, ahí, el partido. Y no lo hacía solo ayer, lo hacía siempre.

Hasta aquí duró el sueño de Uruguay, que ansiaba repetir el cuarto puesto del Mundial de Sudáfrica. No se le puede pedir más a la garra y a la entrega, a la solidaridad y a la disciplina. A Francia, desde luego, tampoco. Porque aunque los resultados no sean abultados, los galos ya están en semifinales. Y se puede decir que están, en cierta medida, porque su técnico ha encontrado la tecla definitiva.


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