No hizo falta más

Francia y Dinamarca disputaban el último partido del grupo C en el Estadio Olímpico de Luzhnikí. Unos ya estaban clasificados, pero los otros debían, al menos, puntuar, y esperar que Australia no ganase.

Didier Deschamps llegaba al último partido rotando, dejando en el banquillo a Pogba, Mbappé, Matuidi... entre otros. Seguía, eso sí, con ese 4-2-3-1 que dio buenas sensaciones frente a Perú. Hareide, por su parte, buscaba frenar las letales ofensivas francesas acumulando muchos hombres. Christensen entraba, cambiando así el sistema, a la posición de cinco.

Este retoque fue clave en el partido. De hecho, podríamos acogernos a un dato: fue el encuentro en el que menos participó Griezmann. Y es que el joven defensa del Chelsea se encargó de borrar del mapa a Antoine. De todos modos, aunque el objetivo de los daneses se cumpliese, en ataque no había prácticamente nada. Ya que el doble pivote N'Zonzi-Kanté no tenía nada que envidiarle al tradicional Pogba-Kanté. Lo único que cambió un poco el rumbo del partido fue la entrada de Mbappé y Fekir, quienes bailaron con el balón durante el tramo final del partido, en el que Dinamarca no estuvo a gusto.

El partido acabó, desgraciadamente para el espectador, con un empate a cero. 36 partidos tuvimos que esperar para ver dicho resultado, y esto se explica con el buen nivel de la mayoría de las selecciones, sin dejar de lado a las de un nivel más bajo. Pero, a decir verdad, ambas selecciones están en octavos, y lo están gracias a un empate puesto que no les hizo falta más.





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