Por los pelos

El grupo más igualado del Mundial seguía abierto en la última jornada. Japón se enfrentaba a Polonia en un partido donde los europeos, paradójicamente, sacarían tres puntos que no les servirían. Y esto le ocurrió a Japón, seguramente, por jugar demasiado con el resultado y con el contexto.

Hasta cinco cambios hizo Nishino para batir a Polonia o, al menos, para pasar a octavos. Hasebe, Inui, Kagawa, Osako y Haraguchi rotaban, dando oportunidad a hombres menos importantes como Okazaki, Sakai o Usami. Con estos retoques se pasaba, por ende, de un 4-2-3-1 a un 4-4-2. Nawalka, por otro lado, apostaba por cuatro defensas como en el primer partido, posicionando también a Zielinski cerca de Lewandowski, una de las pocas esperanzas polacas.

Con las tablas a cero en el partido, Japón estaba clasificado, la cual cosa le hacía jugar con pausa, sin prisas. Sin embargo, con el gol en contra, el técnico nipón dio entrada a Inui, Hasebe y Osako, piezas clave en la selección asiática. Pero, independientemente del contexto con el que jugaron los samuráis, el cambio de formación para buscar más contención y menos atrevimiento es un hecho para destacar la inteligencia de su entrenador.

Tras 270 minutos, Polonia mostró poco, decepcionando así a la mayoría de aficionados. Sin dar con la tecla, su técnico no le sacó el máximo rendimiento a su delantero estrella, obligándole en cierto modo a bajar a recibir. De todas maneras, el fin de uno supuso el inicio de otro. Y es que Japón está en octavos de final, pero está por los pelos.


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