Transmitir es secundario

Brasil y Serbia se veían las caras en un encuentro que, debido a las distintas necesidades y a los estilos de juego, iba a ser emocionante. Pero, mucho a nuestro pesar, hubo poco fútbol y poco ritmo.

Tité repetia el once del segundo encuentro. 4-3-3 con Willian y Neymar bien abiertos, con un Coutinho modo líder y, sobre todo, con Miranda y Thiago Silva garantizando solidez atrás. Mladen Krstajic, por su parte, cambió varias piezas importantes del once. Milinkovic-Savic en el doble pivote, Ljalic como media punta y Rukavina en lugar de Kolarov.

Si bien es cierto que esta selección brasileña no ofrece su mejor fútbol, su juego es bastante eficiente. Jugadores como Willian, Neymar o el revulsivo Douglas Costa permiten al equipo marcar el tempo del partido. Y así se vio a partir del 0-1 de Paulinho, momento en el que la canarinha logró dirigir el ritmo hasta el final. Otra realidad podría ser lo bien que están haciendo su trabajo los defensas sudamericanos. Tanto el jugador del PSG como el del Inter saben cómo actuar, saben medir el timing, y sobre todo, están a un gran nivel. Esto, sin duda, no lo aprovechó Serbia, la cual tuvo, una vez más, problemas de creación.

En una cara de la moneda, los serbios, que no le han puesto las cosas fáciles a nadie, pero no han actuado como una selección grande; y por otra, los brasileños, claros candidatos al trofeo. Y no lo son por su fútbol o por su entrenador, sino por esa sensación de efectividad que están mostrando. Aunque de todos modos, cabe recordar que para este equipo, transmitir es secundario.



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