Un comienzo engañoso

Tras la dura eliminación en la Eurocopa 2016, la Federación de Fútbol croata buscó reestructurar un equipo que por jugadores tenía, sin duda, opciones de victoria. El Mundial podía ser la guinda del pastel de Rakitic, Modric o Mandzukic, gente ambiciosa pero con poco recorrido defendiendo su país.

Enfrente, una Nigeria dirigida por Gernot Rohr. El alemán planteó un encuentro difícil para su rival, formando un once más experimentado que otra cosa. Se entiende, pues, la ausencia de Musa o Iheanacho para dar entrada a Ighalo y, sobre todo, a una línea de 4 defensas. Zlatko Dalic, por su parte, decidía no sorprendernos. Luka Modric y Rakitic como doble pivote, Mario Mandzukic como nueve puro y Lovren acompañando a Vida.

Los nigerianos sabían de antemano que si algo molestaba a Croacia era correr detrás del balón. Por tanto, un 4-2-3-1 era idóneo para mantener el cuero. Y todo esto jugando 'con uno menos', ya que Alex Iwobi participaba muy poco en el partido. Sin embargo, la selección ajedrezada se adelantó en el marcador a balón parado, y a partir de ahí supo jugar con más confianza. De todos modos, no hay que pasar por alto lo mal que le va al cuadro europeo atrasar la posición de Luka Modric.

Si bien es cierto que los croatas se ponen líderes con tres puntos, Nigeria fue superior en varios tramos del partido. Croacia, ahogada por tener que defender sin balón, tuvo suerte de ponerse por delante. De no haber sido así, los de Zlatko Dalic hubiesen sufrido ante la selección más exótica del Mundial. Por lo tanto, un 2-0 final reflejaba, curiosamente, un comienzo engañoso.


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