La reina, vencida

En la otra semifinal del Mundial 2018, Croacia e Inglaterra se veían las caras en un partido que trajo consigo mucho nivel, tanto táctica como colectivamente. De ellos saldría el rival de Francia, que ya esperaba rival.

Pocos se imaginarían que una de estas selecciones llegaría a la gran final. Aunque viendo el cuadro de octavos, lo normal era que ambas murieran lejos, dando lo mejor de sí en cada encuentro. Y esto es lo que han conseguido tanto Gareth Southgate como Zlatko Dalic, quienes han sido los auténticos artífices de conseguir tal hazaña. Pero, a decir verdad, el rendimiento y el esfuerzo colectivo de croatas e ingleses ha sido, sin ninguna duda, para enmarcar.

El técnico inglés salía con todo su arsenal para aprovechar una oportunidad de oro. Un 3-1-4-2 con Young y Trippier como carrileros abiertos frente al clásico 4-1-4-1 de Dalic, que apostaba por Brozovic en lugar de Kramaric.

La formación croata era, desde mi punto de vista, la mejor posible. Pero lo era siempre y cuando se llevase a cabo al 100 %. Y eso, lamentablemente, no ocurrió. Pues Luka Modric e Ivan Rakitic, dos de los mejores centrocampistas del mundo, no conseguían recibir entre líneas, debido en gran parte al buen posicionamiento de Henderson, Lingard y Dele Ali. De esta manera, Croacia se veía con graves problemas al no encontrar a sus dos estrellas, con lo que tuvo que aparecer Ivan Perisic, una bala por banda que aún no había dado su mejor versión.

El gol en el minuto 5 de Trippier trajo dos consecuencias. Una es clarividente, el 0-1. La otra, el rol de los interiores ingleses. Y es que con el marcador a favor, tanto el del United como el del Tottenham se vieron capaces de ayudar a Henderson con el centro del campo croata. Esto suponía pocas ofensivas por parte de los three lions, pero no importaba si se suplían en defensa. El problema vino cuando Inglaterra se desconectó y Perisic lo aprovechó, empujando así a su equipo y a un hombre clave, Mandzukic.

El partido, que se solucionó en la prórroga, tan solo tenía un color durante 60 minutos: el blanco inglés. Sin embargo, cuando tienes enfrente a once peones trabajadores e inteligentes, es muy probable que pagues el mínimo error. Por ello, el tablero de Luzhniki tuvo un cruel final para la reina inglesa, quien fue vencida.




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